España descarta la compra de cazas F-35 estadounidenses y optará por alternativas europeas

En 2023, el Ministerio de Defensa español había realizado un requerimiento de información no vinculante sobre la posible compra de estos aviones de combate, centrándose específicamente en los modelos F-35A y F-35B fabricados por Lockheed Martin. El interés por estos cazas surgía de la necesidad urgente de encontrar un sustituto para los míticos Harriers de la Armada española, cuyo contrato de uso finaliza en 2030.
Los resupuestos generales del Estado habían contemplado una partida inicial de 6.250 millones de euros destinada a la inversión en el avión sustituto del modelo Harrier, una cifra considerable que reflejaba la importancia estratégica de esta adquisición para las capacidades defensivas del país.
El compromiso del 2% del PIB y la preferencia europea
La decisión de descartar los F-35 está directamente relacionada con el compromiso adquirido por España ante la OTAN de alcanzar el 2% del Producto Interior Bruto en inversión en Defensa. Sin embargo, este compromiso incluye una cláusula fundamental: la intención de que los países europeos destinen el 85% de ese presupuesto a la industria europea de defensa.
Esta directriz europea hace incompatible la compra de aviones estadounidenses valorados entre 90 y 130 millones de euros cada unidad. El presidente Pedro Sánchez había anunciado a principios de año los planes para aumentar el gasto en Defensa hasta alcanzar este objetivo de la OTAN, aunque posteriormente se negó a incrementarlo hasta el 5% durante una cumbre celebrada en junio.
El dilema de los Harriers y el vacío operativo
La situación se complica por la obsolescencia programada de los Harriers AV8B, que llevan casi medio siglo en servicio. Su retirada en 2030 no puede posponerse debido a dos factores críticos: tanto el Ejército estadounidense como el italiano dejarán de utilizar este modelo en 2023, lo que hace insostenible su mantenimiento y la reposición de piezas resulta inviable.
Esta decisión crea un vacío operativo significativo. El buque Juan Carlos I, portaaviones español, quedará limitado a operar únicamente helicópteros, ya que el ejército español dejará de contar con aviones de despegue vertical. Esta situación obligaría a realizar modificaciones sustanciales en la pista de despegue del portaaviones.
Las alternativas europeas: Eurofighter y FCAS
Ante el descarte de los F-35, y la posible inhabilitación de los mismos de manera remota por parte de EE.UU., España contempla ahora dos alternativas principales dentro del ámbito europeo. La primera opción es el Eurofighter, de fabricación europea, que ya forma parte del arsenal de varios países del continente y ha demostrado su eficacia operativa.
La segunda alternativa es el FCAS (Futuro Sistema Aéreo de Combate), un proyecto ambicioso de sexta generación que representa la apuesta europea más avanzada en tecnología aeronáutica militar. Sin embargo, este proyecto presenta un inconveniente temporal significativo: no se espera que esté operativo antes de 2040, lo que lo sitúa fuera de los planes de Defensa actuales y no resuelve el problema inmediato del reemplazo de los Harriers.
Tensiones con Estados Unidos
La decisión española ha generado tensiones evidentes con Estados Unidos. Durante la Cumbre de la OTAN, el presidente estadounidense Donald Trump criticó duramente la postura de España, llegando a afirmar que "España es terrible" por no comprometerse con el aumento del 5% del PIB para Defensa. Trump incluso amenazó con imponer aranceles adicionales a los productos españoles como represalia.
En este contexto, Trump ha evidenciado su intención de que Estados Unidos sea el mayor proveedor de material de Defensa para Europa. En un reciente acuerdo arancelario con la Unión Europea, se incluyó el compromiso de adquirir una "enorme" cantidad de equipo militar norteamericano, aunque las cifras exactas permanecen sin especificar.
Esta decisión marca un precedente importante en la estrategia de defensa europea, privilegiando la autonomía industrial del continente frente a la dependencia tecnológica estadounidense. El plan de 10.500 millones de euros aprobado por el Gobierno en abril para seguridad y Defensa refleja el compromiso español con el desarrollo de capacidades defensivas propias dentro del marco europeo.
Sin embargo, el periodo de transición entre la retirada de los Harriers en 2030 y la disponibilidad de alternativas europeas plantea desafíos operativos que requerirán soluciones innovadoras. La adaptación del Juan Carlos I y la reconfiguración de las capacidades aéreas navales españolas serán elementos clave en los próximos años.
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