Familias enfurecidas entierran a sus muertos tras la redada más letal de Río, con 132 fallecidos
 
                        Las familias de las decenas de personas muertas en una mortífera redada de la Policía de Río de Janeiro han comenzado a enterrar a los fallecidos, y los residentes han quedado conmocionados por las escenas de matanza y enfadados con las fuerzas del orden, a las que acusan de uso excesivo de la fuerza, tortura y ejecuciones extrajudiciales. Al menos 132 personas murieron durante la operación del martes, entre ellas cuatro policías, según un recuento de la Defensoría Pública de Río de Janeiro.
Un día después de una redada que muchos describieron como una guerra, el barrio de favelas de bajos ingresos mostraba signos de vuelta a las actividades cotidianas, con algunos restaurantes y tiendas que esperaban de nuevo a los clientes.
"He venido a trabajar porque tengo que hacerlo, pero mi salud mental está destrozada", dijo Monique Santiliano, una vecina de 40 años que regenta un salón de manicura. "Esto no ha sido una operación, han sido asesinatos. No vinieron a detener, vinieron a matar".
La redada del martes, llevada a cabo por unos 2.500 policías y soldados, iba dirigida contra la conocida banda Comando Vermelho en las favelas Complexo de Alemao y Complexo da Penha. Los objetivos declarados de la operación eran capturar a los líderes y limitar la expansión territorial de la banda, que ha aumentado su control sobre las favelas en los últimos años.
El grupo de delincuencia organizada también ha extendido su presencia por todo Brasil en los últimos años, incluida la selva amazónica. El hecho provocó disparos y otras represalias por parte de los miembros de la banda, desatando escenas de caos en toda la ciudad el martes. El Gobierno del estado afirmó que los muertos eran delincuentes que se resistieron a la Policía.
El gobernador conservador del estado de Río, Claudio Castro, dijo el martes que la ciudad estaba en guerra contra el "narcoterrorismo", un término que se hizo eco de la Administración Trump en su campaña contra el contrabando de drogas desde América Latina. Calificó la operación de éxito.
La ministra de Derechos Humanos, Macaé Evaristo, dijo a residentes y periodistas que no aceptaba esa afirmación y que la lucha contra el crimen organizado debía centrarse en los cabecillas y en su financiación. "No tiene sentido entrar en nuestras comunidades y exponer a niños, ancianos y personas con discapacidad a semejante terror", afirmó.
La cifra de muertos, la más alta jamás registrada en una operación policial en Río de Janeiro, suscitó la condena de grupos de derechos humanos y de las Naciones Unidas, así como un intenso escrutinio por parte de las autoridades. El Tribunal Supremo de Brasil, fiscales y legisladores ordenaron al gobernador Castro que facilitara información detallada sobre la operación.
El juez del Tribunal Supremo Alexandre de Moraes programó una audiencia con el gobernador del estado y los jefes de la Policía militar y civil para el próximo lunes.
Mientras que algunos en Brasil, en particular los votantes y políticos de derechas, aplaudieron la operación contra la banda fuertemente armada, otros cuestionaron si lograría resultados duraderos y argumentaron que muchos de los muertos eran de bajo rango y fácilmente reemplazables.
Otoni de Paula, legislador conservador, afirmó que la disparidad entre el número de muertes de agentes de Policía y de sospechosos como mínimo plantea interrogantes. "Creo que estamos ante una emboscada cuyo único objetivo era la ejecución", dijo. "No podemos pensar que el Estado pueda conceder a la Policía el derecho a matar a nadie".
Los residentes denunciaron el estado de los cadáveres, con al menos uno decapitado, mientras que otros habrían sido encontrados con heridas punzantes o atados.
"No se puede normalizar esta brutalidad sólo porque haya ocurrido aquí. Si el país sigue aplaudiendo, ocurrirá en otros lugares", afirmó Ana Tobossi, activista y residente local. Paulo Roberto, un joven de 16 años que trabaja como vendedor ambulante en el estadio de fútbol de Maracaná, dijo que los acontecimientos le habían dejado conmocionado. "La gente de fuera va a ver lo que ocurre en las favelas y no va a querer venir más. Nos hace quedar mal", afirmó.
Today
 
             
                     
                    