La Armada de Portugal vigila un buque espía que operaría para el servicio secreto ruso

A principios de noviembre de 2024, el Centro de Operaciones Marítimas de la Armada portuguesa recibió información de países aliados sobre la aproximación de un buque ruso a aguas nacionales. En las semanas previas, había "deambulado" por aguas británicas, en torno a infraestructuras submarinas críticas.
Se trataba del Yantar, un supuesto buque científico de la Federación Rusa que, según los Estados miembros de la OTAN y la Unión Europea, es en realidad un barco espía operado por el Glavnoye Upavlenie Glubokovodsk Issledovannii (GUGI), un departamento secreto del Ministerio de Defensa ruso especializado en operaciones submarinas.
Como es habitual cada vez que buques rusos ingresan en aguas bajo jurisdicción nacional, la Armada portuguesa activó los medios necesarios para su vigilancia. El patrullero oceánico Sines, un buque no combatiente cuya prioridad es ejercer la autoridad del Estado, fue movilizado para acompañar al Yantar en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) portuguesa.
El objetivo era disuadir al buque ruso de realizar exploraciones submarinas sin la debida autorización nacional. Esta ha sido una preocupación creciente para los países occidentales, incluido Portugal, desde la invasión de Ucrania, y quedó reflejada en el Informe Anual de Seguridad Interior 2024.
Aunque la mayoría de los daños a cables submarinos son accidentales, normalmente causados por embarcaciones pesqueras, ha habido incidentes que generan sospechas. En octubre de 2023, por ejemplo, el gasoducto Balticconnector y dos cables que conectan Estonia, Finlandia y Suecia resultaron dañados tras el paso por la zona de un buque chino y otro ruso.
La misión del NRP Sines es prevenir acciones similares en aguas portuguesas. Sin embargo, a diferencia de otras ocasiones, en las que estas operaciones duran solo unos días, la presencia del Yantar en aguas portuguesas duró casi un mes, hasta la noche del 24 de noviembre.
¿Cuál era el objetivo?
Pero, ¿qué hizo exactamente el buque, equipado con pequeños submarinos para la exploración en aguas profundas? Nadie lo sabe con certeza. Lo cierto es que esta fue solo una de las 143 operaciones de vigilancia de buques rusos realizadas por la Armada entre 2022 y finales de 2024. Según datos facilitados a 'Nascer do SOL', la tendencia ha ido en aumento: en 2022 —año de la invasión de Ucrania— se rastrearon 14 buques; en 2023, 46; y en 2024, un total de 83. De los 143, 31 eran buques de "investigación científica": 6 en 2022, 11 en 2023 y 14 en 2024.
Para hacer frente a esta actividad, el portavoz de la Armada, Ricardo Sá Granja, explicó a 'Nascer do SOL' que se desplegaron "32 unidades navales de diferentes tipos (fragatas, patrulleras oceánicas, lanchas de vigilancia costera y lanchas rápidas)", involucrando a "5.520 militares" que realizaron "cerca de 6.450 horas de navegación".
La creciente presencia de buques rusos en aguas portuguesas también ha exigido una adaptación por parte de las Fuerzas Armadas. No obstante, Ricardo Sá Granja asegura que no ha sido necesario activar ningún plan específico.
"La Marina portuguesa vigila las aguas bajo soberanía o jurisdicción nacional, utilizando diversas herramientas, técnicas y procedimientos que le permiten obtener un conocimiento de la situación marítima y de las actividades que tienen lugar en estas zonas marítimas", explicó.
"En este contexto, la Marina ha adaptado sus planes de despliegue operativo para hacer frente a esta amenaza, considerando que son suficientemente completos para este fin", afirmó el portavoz, añadiendo que siempre ha habido "cobertura presupuestaria para llevar a cabo estas misiones".
Asimismo, Sá Granja subrayó que "en las aguas de soberanía, jurisdicción o responsabilidad nacional, no se ha producido ningún intento de interrupción de cables submarinos", pero consideró "imprescindible mantener la vigilancia de la actividad naval en nuestras aguas, como medida disuasoria ante posibles intentos".
Proteger las infraestructuras críticas
Las aguas portuguesas tienen un interés estratégico histórico para las potencias globales. En 2019, en el número 53 de 'Cadernos Navais', publicación del Centro de Estudios Estratégicos de la Marina, el entonces vicealmirante Henrique Gouveia e Melo escribió:
"Desde el punto de vista geoestratégico, el espacio aéreo y marítimo de Portugal alberga (...) los principales flujos de datos que conectan África Occidental y América con Europa (a través de cables submarinos con más del 90 % del tráfico digital)". Por ello, añadió, "las aguas portuguesas son naturalmente una zona codiciada desde el punto de vista de la capacidad de controlar las conexiones del Atlántico con el Mediterráneo y del Atlántico Sur con Europa".
Esa importancia ha crecido con el tiempo. Gracias a su posición en el Atlántico, Portugal "ha adquirido una importancia creciente en las rutas de cables submarinos", siendo el único "país del mundo con enlaces directos (...) establecidos con todos los continentes excepto la Antártida", como destacó la consultora en política marítima Inês Aguiar Branco en un artículo publicado en la revista 'Nação e Defesa'.
Los primeros cables de comunicaciones en territorio portugués fueron telegráficos. En 1870, la estación de Carcavelos conectó el país con Londres. Cuatro años después se estableció la conexión con Funchal y, en 1893, con Ponta Delgada. Desde finales del siglo XX, estas infraestructuras no han dejado de expandirse.
Actualmente, Portugal cuenta con 16 cables con puntos de amarre en Sagres, Sines, Sesimbra, Seixal y Carcavelos. Algunos de ellos son de los más importantes del mundo, como el EllaLink —único cable que conecta directamente Europa con América Latina— y 2Africa, el mayor del planeta. Hay cinco cables más en construcción, según Submarine Cable Map, entre ellos Nuvem, de Google, que conectará EE.UU. con Portugal a través de las Azores.
El Estado portugués está desarrollando un proyecto clave para los próximos 25 años: el nuevo anillo CAM (Península, Azores, Madeira). Según una presentación de Infraestructuras de Portugal, este pretende convertir al país en una "plataforma de amarre de cables atlánticos", principal punto de interconexión "del Atlántico a Europa" y un eje de desarrollo para la red europea de centros de datos. Con un coste de 154 millones de euros y financiación de la UE, el sistema incluirá sensores de detección sísmica, climática y medioambiental, que también servirán como alerta temprana de terremotos y tsunamis, así como para estudios sobre el cambio climático.
Estos sensores han sido objeto de conversación con aliados de la OTAN. Una fuente militar reveló a 'SUNrise' que "los estadounidenses estaban preocupados porque los nuevos sensores podrán detectar la vibración causada por el paso de un submarino. Hay que proteger ese tipo de información. Quienquiera que esté fondeado en Sines podrá acceder a esos datos, que serán importantes en caso de conflicto".
Este es uno de los motivos por los cuales buques como el Yantar despiertan especial preocupación. Operado por la Administración Principal para la Investigación de las Profundidades Marinas, este organismo fue creado en 1975 y opera submarinos nucleares y buques de exploración cuyo objetivo es la manipulación de infraestructuras submarinas, reconocimiento y sabotaje.
Interceptan cables de comunicaciones, instalan sensores para detectar submarinos enemigos y recuperan restos del fondo marino. Sus miembros son considerados fuerzas especiales de élite. La GUGI opera de forma autónoma respecto a las demás ramas militares y responde directamente ante el Ministro de Defensa. Tiene su sede en San Petersburgo y una base en la bahía de Olenya, en el mar de Barents.
El Yantar, puesto en servicio en 2015, dispone de submarinos triplaza capaces de sumergirse a profundidades de entre 6.000 y 6.500 metros. Una de las principales tareas de la Armada portuguesa es impedir que dichos equipos entren en funcionamiento. Como explicó el contralmirante Nuno de Noronha Bragança a 'Nascer do SOL':
"A diferencia de lo que ocurre en el Báltico, donde la profundidad es escasa, la profundidad media de las aguas de la Zona Económica Exclusiva de Portugal, donde se encuentran los cables, es de 1.200 metros".
La operación de rescate
Uno de los episodios que ilustran las operaciones del Yantar tuvo lugar poco después de su paso por Portugal, en diciembre de 2024. Entre los días 19 y 22, la Armada vigiló el paso de varios buques rusos por aguas nacionales, incluido el Ursa Major, un carguero que presuntamente transportaba material militar. El 23 de diciembre, mientras cruzaba entre España y Argelia, tres explosiones —que el Gobierno ruso atribuyó a atentados terroristas— hundieron la nave.
En enero, el Yantar zarpó desde el puerto de Argel y fue detectado en la zona del naufragio. Según expertos citados por 'Euronews', el buque de la GUGI habría estado recopilando pruebas del hundimiento y, potencialmente, "recuperando o destruyendo" material sensible. El 17 de enero finalizó su misión y emprendió el regreso a su base. Durante dos días, hasta el 19 de enero, la Marina portuguesa, con el PNR D. Francisco de Almeida y el PNR Setúbal, "vigiló de cerca todos los movimientos de este buque espía".
Al cruzar el Canal de la Mancha, el Yantar fue escoltado por el HMS Somerset. Para la Armada británica, se trató de una provocación, dado que el buque ya había merodeado infraestructuras críticas en noviembre, antes de pasar por Portugal, y solo abandonó la zona tras ser advertido por un submarino. Sobre este segundo episodio, el secretario de Defensa británico, John Healey, declaró:
"Mi mensaje al presidente Putin es claro. Sabemos lo que está haciendo y no vamos a rehuir una acción contundente para proteger al Reino Unido". Y añadió que el país seguirá "denunciando la actividad maligna que dirige Putin, tomando medidas enérgicas contra la 'flota rusa en la sombra' para impedir que financie su invasión ilegal de Ucrania".
Portugal también participa en la vigilancia de esta 'flota en la sombra'. Como explicó Ricardo Sá Granja: "La Marina vigila los buques que puedan viajar con la intención de transportar crudo como forma de eludir las sanciones internacionales impuestas a la Federación Rusa (actividad conocida como 'bunkering'). Por este motivo, y en cumplimiento del derecho que la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar atribuye a los Estados ribereños, la Armada está llevando a cabo acciones de vigilancia y disuasión encaminadas a prevenir cualquier actuación perjudicial para el medio ambiente que pueda producirse en los espacios marítimos nacionales".
En junio, el Gobierno británico dio un paso más y sancionó formalmente a la GUGI, con el objetivo de "proteger al Reino Unido de ataques a infraestructuras submarinas".
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