Viaje al paso fronterizo de Rafah, la zona cero de la ayuda humanitaria bloqueada por Israel

Al acercarse a la frontera egipcia con la Franja de Gaza a través de una larga y accidentada carretera mediterránea, es difícil ignorar la creciente presencia de personal y equipos militares camuflados. Jóvenes soldados con ametralladoras se asoman desde varias estructuras abandonadas y los vehículos blindados aparecen entre los surcos de las dunas de arena. Entonces se llega al muro.
Las paredes de hormigón se extienden varios metros hacia el cielo, con una carretera que las divide en dos y conduce al cruce propiamente dicho. Este está rodeado por cientos de camiones cargados de ayuda con destino a Gaza, pero en su mayor parte inactivos: Israel restringe fuertemente el acceso humanitario a través del paso fronterizo de Rafah.
Un trabajador de la Organización Mundial de la Salud junto a un camión cargado de camas de UCI dice a 'Euronews' que solo entran 40 vehículos cada día a Gaza; un número que a veces se reduce a 15. Naciones Unidas y sus agencias estiman que pudieron entrar con 500 y 600 camiones cada día durante el alto el fuego a principios de este año para cubrir las necesidades de los dos millones de habitantes de Gaza. "Ayer entraron dos de los cuatro camiones que esperaba que llegaran a Gaza. Eso estuvo bastante bien", declaran.
Israel sostiene que Hamás está secuestrando la ayuda internacional y ha creado su Fundación Humanitaria de Gaza, respaldada por el Estado hebreo y Estados Unidos, implicada en varios bombardeos que han provocado la muerte de cientos de palestinos cuando acudían a recoger ayuda.
Hoy, en la cabecera de la carretera, justo delante de un paso fronterizo de falso estilo faraónico, la gente se apresura para no perderse la llegada del ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Badr Abdelatty, y de su homólogo palestino, Mohamed Mustafa. Un semicírculo de medios de comunicación de todo el mundo prepara sus cámaras junto al creciente ramillete de micrófonos colocados en el atril.
Una carpa improvisada repleta de ornamentadas sillas barrocas de fieltro negro y pintura dorada desconchada se llena de periodistas y diplomáticos. En la carretera, un emocionado grupo de jóvenes voluntarios humanitarios egipcios flanquea los camiones mientras una serie de alegres y patrióticas canciones egipcias suena por los altavoces. Lo que se asemeja inicialmente al ruido de una bomba lejana resulta ser un hombre tímido que acaba de probar un micrófono.
Ocultos de la vista y de la intensidad del sol por la sombra de un camión de ayuda se encontraban Mahmoud y Ramadan, dos camioneros egipcios que intentan entrar en Gaza para entregar las 25 toneladas de harina de maíz a la población de la Franja, cada vez más hambrienta. Mientras Mustafá prepara café en un hornillo de gas en el lateral de su camión, Ramadán habla con 'Euronews' sobre por qué está allí. "Son nuestros hermanos en Gaza", dice, explicando que es la primera vez que entra en la Franja. Ramadán ha llegado hace más de dos semanas y desde entonces duerme en su vehículo.
La olla de café azucarado con especias burbujea y Mahmoud se reincorpora a la conversación. Lleva viniendo desde el comienzo de la guerra y ha llevado ayuda al territorio "innumerables veces", dijo. El conductor, de unos 50 años, dice que solía llegar hasta el norte de la Franja. "Me bajaba y hablaba con ellos: son todos nuestros hermanos y hermanas. Parábamos y les preparaba café, les daba agua a los niños", añade, señalando un pequeño grifo en la improvisada cápsula-cocina en el lateral del vehículo.
Las cosas han cambiado radicalmente desde entonces. "Al principio, todavía había algunos edificios, luego fueron destruidos. Entonces la gente estaba toda en tiendas de campaña, ahora incluso muchas de ellas también han desaparecido", dice, sacudiendo la cabeza. "Ahora ni siquiera podemos salir del vehículo. Dejamos la ayuda y nos vamos. Eso si podemos siquiera entrar". Mahmoud dice que tuvo que quemar toneladas de harina después de que superara su vida útil de seis meses.
El inconfundible ruido de un avión a pocos kilómetros de distancia es seguido rápidamente por una serie de golpes. Esta vez son bombas. Sin embargo, los dos conductores no se inmutan. Solo esperan que la visita diplomática de ese día les permita entrar en Gaza con sus toneladas de alimentos. "Si Dios quiere, 'inshallah', será hoy".
¿Surtirá efecto la visita egipto-palestina al paso fronterizo?
Minutos después, un gran convoy negro aparece como un espejismo en la distancia. Las luces parpadean mientras los jóvenes voluntarios permanecen en vilo. Las luces rojas de las cámaras se encienden mientras la bandera egipcia ondea sobre el paso fronterizo.
Cuando el ministro de Asuntos Exteriores de Egipto y el primer ministro de la Autoridad Palestina suben al podio cogidos de la mano, no está claro qué se va a anunciar. Los rumores de maquinaciones en la capital egipcia sobre un nuevo acuerdo de alto el fuego aumentan la sensación de expectación. Algunos han acusado a El Cairo de no hacer lo suficiente para garantizar la entrada de ayuda o dejar que los palestinos crucen a Egipto. Las palabras del ministro dicen lo contrario.
"Subrayamos aquí, frente al paso fronterizo de Rafah, que la posición egipcia hacia la causa palestina es firme, no cambia", exclama el egiptcio Abdelatty. "El presidente Abdel Fattah Al Sisi ha mencionado antes que Egipto nunca puede participar en ninguna injusticia histórica contra el pueblo palestino", sostiene, pese a haber firmado recientemente acuerdos económicos con Israel.
A continuación es el turno de Mohamed Mustafa. "Hermanos y hermanas, nuestro amado pueblo de la Franja de Gaza, no descansaremos hasta que os devolvamos la noble vida", dice. La Autoridad Palestina no tiene control sobre Gaza, que sigue bajo el dominio de Hamás. Sin embargo, Mustafá insiste en que la Franja debe unirse a Cisjordania para establecer de nuevo el Estado palestino, ante los gestos de aprobación de los presentes. "Viva Egipto, viva Palestina", exclama Mustafá. En total, ambos hablan durante 25 minutos. No hay ningún nuevo anuncio; ningún aumento en la distribución de ayuda; ningún alto el fuego por el momento.
"Contamos con la Unión Europea"
En la rueda de prensa posterior, 'Euronews' pregunta a ambos políticos sobre la necesidad de aumentar la ayuda humanitaria a la población civil de Gaza y sobre su opinión acerca de un Estado palestino. "Por nuestra parte, estamos decididos a poner fin a la ocupación e iniciar una nueva era para nuestro pueblo", dice Mustafa. "Creemos que lo que diga la parte israelí es asunto suyo".
Abdelatty, quien ha desempeñado un papel decisivo en el alto el fuego y las negociaciones de paz con Israel, fue más duro, al declarar que "los israelíes solían decir que no hay ningún socio palestino para la paz; ahora no hay ningún socio israelí".
Maged Abu Ramadán, ministro de Sanidad de la Autoridad Palestina y alcalde de la ciudad de Gaza hace dos décadas, se encuentra junto a ambos. Este fue más explícito sobre el papel europeo en el fin de la guerra entre Israel y Hamás en Gaza como una cuestión apremiante en este momento. "En realidad, contamos con que la Unión Europea haga mucho para lograr la paz en Oriente Próximo, para detener la matanza, esta matanza atroz", explica a Euronews el excirujano, condecorado por Reino Unido con la Orden de San Juan.
La UE sigue siendo un "gran socio de la Autoridad Palestina", dice, añadiedo que las acciones de las antiguas potencias coloniales, Francia y Reino Unido, son especialmente importantes "debido a la Declaración Balfour de hace casi más de un siglo", dice acerca del mandato británico de apoyo a la creación de un Estado judío en territorio palestino en 1917, "ahora tienen la obligación de hacer otra declaración". "¿Una Declaración Starmer, tal vez?", pregunta en broma, añadiendo rápidamente que cree que las medidas que estaban tomando el Elíseo y Downing Street equivalen a "cambios primordiales".
Francia ha aceptado reconocer formalmente al Estado de Palestina en la Asamblea General de la ONU que se celebrará en Nueva York el mes próximo, así como Reino Unido. Ambos han sido duramente criticados por Israel y por el primer ministro Benjamin Netanyahu, quien ha afirmado que el reconocimiento de Palestina se reduciría esencialmente a "recompensar el monstruoso terrorismo de Hamás". Netanyahu se ha opuesto repetidamente a la solución de dos Estados, afirmando que "Israel seguirá oponiéndose al reconocimiento unilateral de un Estado palestino".
Un convoy se marcha, otro se queda
Mientras los dos políticos más veteranos son rodeados por medios de comunicación de todo el mundo, Abu Ramadán se sitúa a la sombra de la carpa. El tema que más le preocupa en relación con los palestinos -a tan solo tres kilómetros de distancia, pero tras decenas de puestos de control militar- es la salud.
Abu Ramadán espera poder hacerse cargo de la atención sanitaria de la Franja, siempre y cuando se anuncie un alto el fuego permanente y Hamás -que ganó democráticamente unas elecciones en la Franja frente a la organización Fatah- ceda el poder. "El 90% de nuestras instalaciones están destruidas, los equipos están destruidos, no hay medicamentos, nada", se lamenta.
El ministro cree, sin embargo, que queda algo de esperanza: estima que entre el 60% y el 70% de los servicios sanitarios podrían reanudarse en seis meses, sin explicar por qué. "No hablo de los edificios", se apresura a añadir. "Los palestinos somos excelentes encontrando soluciones fuera de lo común y haciendo el trabajo mucho más rápido de lo que suelen tardar otras personas", afirma. La entrevista gira de nuevo hacia la ayuda exterior. "No podemos hacer todo lo que estamos hablando sin el apoyo de nuestros amigos de todo el mundo, ya sea en Europa o en Estados Unidos".
Detrás de él estalla un guirigay cuando los otros dos políticos se levantan y son conducidos a través de un 'pool' de prensa hasta su convoy 4x4 negro. Este se dirige a visitar a los niños que han abandonado la Franja para recibir atención sanitaria de urgencia en Egipto, y se rumorea que luego hará una parada en el mejor restaurante local. Poco después de partir, Hamás anuncia que aceptará una propuesta de alto el fuego de 60 días propuesta por Estados Unidos, Egipto y Qatar, dejando la decisión final en manos de Israel. El ministro de Asuntos Exteriores qatarí ha volado a El Cairo para proseguir las negociaciones.
De vuelta al paso fronterizo, Mahmoud, Ramadán y otros miles de conductores siguen en su sitio, esperando poder entrar en una de las zonas de guerra más peligrosas del mundo y entregar, por fin, algo de comida.
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