Piscifactorías "inteligentes": ¿Cómo funciona la producción sostenible con IA?
Bagres africanos nadan en el agua termal de la piscifactoría de Geofish, empresa con sede en Szegvár, un pueblo de Hungría. Aquí se pueden producir y procesar entre 450 y 500 toneladas de pescado al año. Se trata de una piscifactoría de recirculación, lo que significa que el agua circula continuamente entre los animales y el sistema de tratamiento del agua. Este último se encarga de separar y nitrificar el amoníaco liberado por el metabolismo de los peces, así como de separar la materia orgánica del agua. Tras la depuración, el agua se devuelve a las piscinas.
"Obviamente, hay agua que sale del sistema debido a la demanda de calor de los peces, pero es un 5-10% al día. En comparación con un sistema de flujo continuo, si nos fijamos en el volumen útil por cada mil metros cúbicos, es suficiente para cambiar 50-100 km de agua al día, mientras que con un sistema de flujo continuo podrían ser hasta 6.000 metros cúbicos al día. Además, el material filtrado puede reciclarse", explica Dániel Bakó, ingeniero agrónomo y cofundador de Geofish.
El agua termal procede del vivero cercano, donde se utiliza para calentar el terreno de dos hectáreas. Sin embargo, el agua del pozo de 1.450 metros de profundidad, que inicialmente alcanzaba los 63 °C, se enfría con el tiempo y ya no es suficiente para calentar el invernadero ni las instalaciones comunes, pero sí para la producción de pescado.
La inteligencia artificial desempeñará un papel importante en ambos ámbitos. En horticultura, ayudará a controlar automáticamente el equilibrio generativo-vegetativo de las plantas; riego, ventilación, calefacción. La IA puede analizar y evaluar esta gran cantidad de información. Se necesita una aplicación telefónica, se hace una foto de la planta y la IA la utiliza para decidir si la planta está en estado vegetativo, generativo o de equilibrio, es decir, qué dirección de nutrición necesita. Esto sería prácticamente imposible con el método humano "tradicional", ya que en una parcela de dos hectáreas pueden crecer entre 80.000 y 90.000 plantas, y detectar tantas a diario es impracticable.
"Hay un sistema de cámaras, normalmente un sistema de cámaras infrarrojas, y ahí se puede deducir del tamaño y el movimiento de los peces, cómo es la utilización del alimento en el sistema. Es más o menos la misma práctica que tradicionalmente, sólo que aquí el análisis y la recomendación no los hace un humano, sino la inteligencia artificial. Es un gran paso adelante, podemos avanzar mucho en el uso de los piensos, la energía, el agua de riego, el agua de refrigeración, para optimizar la gestión de los recursos", subrayó Dániel Bakó.
También añadió que los operadores agrícolas están sometidos a una gran presión desde el punto de vista de la importación, los costes y la profesionalidad, por lo que son sumamente importantes los seminarios y talleres que brindan la oportunidad de intercambiar experiencias, como el programa de agricultura inteligente Smart Agriculture Farming (SMAF), que se celebra en varios países de la UE, entre ellos Hungría, desde septiembre.
En estos eventos se presentan los retos y las oportunidades de aplicar soluciones tecnológicas basadas en datos para una agricultura inteligente, de modo que, como dice Dániel Bakó, se puedan generar ideas para competir mejor con los actores europeos, asiáticos, africanos o sudamericanos.
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